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El bicentenario en el Municipio C

La Panaderíade Vidal

El bicentenario de la gesta independentista, que en Uruguay se celebra en el año 2011, tiene en el Municipio C un mojón crucial: la Panadería de Vidal, donde se realizó la primera reunión de los orientales en torno a José Artigas.
Para llegar a esa reunión, los patriotas ya habían hecho un largo periplo. El 22 de febrero de 1811, el Capitán de Blandengues de las fuerzas realistas, José Artigas, abandonó la guarnición española de Colonia y se trasladó a Buenos Aires, para ofrecer sus servicios a la Junta Grande que surgió tras la revolución de mayo, que puso fin al orden colonial e inició la lucha por la independencia. Seis días después, el 27 de febrero de 1811 se produjo el llamado Grito de Asencio, cuando Pedro José Viera y Venancio Benavides ocuparon la población de Mercedes, en la madrugada del 28. Ese mismo día, por la tarde, Pedro J. Viera ocupó la Villa de Santo Domingo de Soriano.

El 9 de abril desembarcó en la Banda Oriental el Capitán José Artigas, con 159 patricios.

El 18 de mayo, el Capitán José Posadas, al mando de las fuerzas del Virrey Elío, fue detenido en su avance por los patriotas orientales en Las Piedras, quedando los realistas reducidos a la posesión de Montevideo y Colonia.

El triunfo de Las Piedras mostró a los orientales que eran capaces de valerse por sí mismos, a la vez que aumentó la aureola de prestigio de su jefe. El Teniente Coronel José Artigas fue ascendido por la Junta Grande a Coronel. Tres días después Artigas inició el primer sitio a Montevideo, mientras que el 1º de junio de 1811 llegó el Coronel Rondeau con el grueso del ejército de la Junta Grande para reforzarlo.

El 17 de julio entró en la Banda Oriental el ejército portugués al mando de Diego de Souza, lo que preocupó a las autoridades porteñas, que en ese entonces estaba conformada por el Primer Triunvirato.

Poco después, los porteños entran en tratativas con el Virrey Elío para suspender el sitio. Esto motivó que más de cien orientales se reunieran, por primera vez, en la Panadería de Vidal (ubicada a la altura del cruce de las actuales calles Yaguarí y Martín C. Martínez), el 10 de septiembre de 1811. Entre otros se destacaban los coroneles Rondeau y Artigas, el presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, Miguel Barreiro, el capitán Felipe Santiago Cardozo, don Carlos Anaya y don Tomás García de Zúñiga. En la reunión, los representantes porteños dieron cuenta de lo tratado hasta el momento con Elío y explicaron los desastres del Ejército patriota en el Alto Perú, así como del peligro que significaba el avance portugués. A pesar de los riesgos que ello implicaba, los orientales resolvieron en la asamblea de la Panadería de Vidal no apoyar la firma del armisticio. Declararon que estaban dispuestos a seguir luchando contra los españoles acontonados dentro de las murallas de Montevideo, así como contra los portugueses, si se concretaba la invasión. Fue la primera vez que el vecindario en armas exteriorizó su voluntad colectiva y reclamó por sus derechos. La asamblea de la Panadería del Vidal fue la génesis de la soberanía del pueblo oriental.

Todos estos acontecimientos aceleraron la caída de la Junta Grande que había sustituido a la Junta de Mayo. El 23 de septiembre se organizó en Buenos Aires el primer Triunvirato, nuevo ejecutivo integrado por Juan José de Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea.

El 7 de octubre de 1811 Elío y Buenos Aires llegaron a un acuerdo que fue aprobado el 20 de ese mes.

Como consecuencia directa del acuerdo del 7 de mayo –preparatorio de la firma del armisticio-, el 10 de octubre tuvo lugar la segunda reunión de los orientales, en la Quinta de la Paraguaya. Los orientales dejados a un lado se enteraron de su futura suerte y presentaron una nota ante el jefe sitiador, José Rondeau, donde solicitaron que se les escuchase antes de levantar el sitio.

Concurrieron a esa reunión el delegado bonaerense José Julián Pérez, ante quien expusieron los orientales su decisión de mantener el sitio por sí solos. De nada valieron las explicaciones de José Julián Pérez, ni las derrotas de los patriotas en Alto Perú, ni el peligro portugués, para cambiar de idea a los orientales.

En esta reunión el Coronel Artigas fue designado por los vecinos General en Jefe de los Orientales. En los momentos de peligro, en las horas de incertidumbre, el comandante militar es llamado por su pueblo para transformarlo en su guía, en su conductor.

Cuatro días después, el 14, Rondeau levantó el sitio. Los orientales, confiados en que sus aspiraciones iban a ser escuchadas por el novel Triunvirato y con la excusa de ocupar una posición mejor para defenderse de los portugueses, siguieron al ejército de Rondeau.

El 20 de octubre Elío aprobó el Tratado (armisticio) y las fuerzas de Rondeau abandonaron la Banda Oriental, sobre la cual Elío pasó a ejercer total jurisdicción. En contrapartida, los españoles levantaban el bloqueo de Buenos Aires y de los ríos. El Tratado, a su vez, preveía el retiro de los portugueses de la Banda Oriental, cosa que no se cumplió.

Los orientales se enteran de la firma del Tratado el 23 de octubre, en el Paso de la Arena (San José). Eran abandonados al enemigo prácticamente sin ninguna garantía. Deciden emigrar poniendo de manifiesto, en ese momento, la tendencia autonomista de la Banda Oriental.

El “Nada debemos esperar sino de nosotros mismos” aparecería asentado a partir de estos momentos en el epistolario artiguista a lo largo de la década.

Surge, también, el “¡Pobre de aquellos que van a buscar ayuda al extranjero para solucionar los problemas domésticos! … Traerán sobre sí la condena de las generaciones venideras”. Se inicia, entonces, el éxodo del pueblo oriental.

El reducto de Rondeau en el segundo sitio de Montevideo

En San Martín y Burgues, en el centro del Municipio C, vivió en 1813 el Cnel. José Rondeau, en casa del comerciante catalán Martín Gulart, a la que se había fortificado y convertido en “reducto fortificado”.

Tras el primer sitio, sintiéndose traicionados por el armisticio entre Elío y Buenos Aires, los orientales protagonizaron el Éxodo, un movimiento de emigración de todo un pueblo. Artigas intentó evitarlo, pero no logró persuadirlos. Ellos resolvieron dejar sus preciosas vidas antes que sobrevivir a la opresión que se les destinaba, decidieron dejar los pocos intereses que les quedaban, su territorio, y trasladarse con sus familias a cualquier punto donde pudieran ser libres. La más variada población acompañó esta marcha: mujeres ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes, etc.; todos manifestando la mayor energía y resignación en medio de todas las privaciones.

Más de 4000 personas marcharon desde las márgenes del Río San José. Siguieron por el Arroyo Grande; de ahí, al Arroyo Monzón y luego al Cololó; cruzaron el Río Negro por el paso de Yapeyú, entre el 12 y 13 de noviembre; siguió a Paysandú, cruzando el Queguay y el Arroyo Quebracho y después el Chapicuy. A principios de diciembre acamparon en el Daymán. A principios de 1812 cruzaron el Uruguay para situarse en el Salto Chico Occidental, donde permanecieron hasta abril. Luego se trasladaron a la desembocadura del Ayuí donde permanecieron hasta fines de septiembre, cuando iniciaron el regreso a la tierra oriental.

El éxodo fue una muestra del patriotismo, la heroicidad y constancia de los hombres de la época: “los hombres respiraban patriotismo hasta por los poros”.

El éxodo generó empobrecimiento en la economía por el abandono de las fuentes de producción; se paralizó la industria saladeril por la ausencia de materia prima indispensable y se rompió el vínculo entre la fuente de producción y el único puerto de exportación.

Al mismo tiempo, el prestigio de Artigas crecía en el campamento multirracial del Ayuí, un pueblo errante y precario, que comenzaba a pensar en darse un gobierno.

Buenos Aires hizo lo imposible para desgastar la figura de Artigas, pero no lo consiguió. Sin Artigas, Buenos Aires no podría iniciar el segundo sitio a Montevideo.

A fines del año 1812 se inició el segundo sitio de Montevideo, protagonizado por Artigas al frente del pueblo oriental y José Rondeau, al mando de las fuerzas del Segundo Triunvirato de Buenos Aires. El 31 de diciembre de 1812 se produjo la Batalla del Cerrito, donde Rondeau obligó a los españoles a resguardarse en Montevideo como lo habían hecho durante el primer sitio.

El Montevideo amurallado y español cayó el 16 de mayo de 1814.

Durante buena parte del período del segundo sitio, Rondeau ocupó el “reducto fortificado” en la casa de Martín Gulart.